Por Federico Vasches – Hay canciones que no pasan de moda, todo lo contrario, con el tiempo vuelven y cobran una vigencia hasta innecesaria. No es difícil escuchar en la radio temas de rock nacional de la época dorada, me refiero a los años 2000, inmediatos sucesores de una tremenda década del ´90.
Me resuena la letra de Desconexión Sideral de Bersuit, uno de los tantos buenos temas incluidos en “Hijos del Culo” estrenada en 2000, la cual incluía El Viejo de Arriba, Toco y me voy o La bolsa.
Quizá este disco fue la antesala a lo que sería uno de los cortes más emblemáticos de la banda, con la aparición en 2002 de “De la Cabeza con Bersuit Vergarabat”, una placa realmente explosiva que condensaba lo que sucedía en la sociedad que había transitado a grandes brincos y con muchas caídas la catástrofe socio-económica de los años ´90.
Desconexión Sideral, nos presenta un viaje metafórico a través de la historia de un astronauta y una bruja que viajan juntos hacia el sol, donde ambos buscan escapar de la realidad, enfrentando el riesgo de perder el control y la conexión con el mundo que dejan atrás.
Se aborda la idea de un sistema alternativo de valores, posiblemente como una crítica al materialismo y la búsqueda de un significado más profundo en la vida. Acaso simbolizando la desilusión y la pérdida de esperanza.
Esa pieza de arte reflejó un momento nada ajeno en una Argentina siempre compleja. País que habilita inclusive lecturas más gramaticales de fenómenos sociales.
Dejando un poco de lado la música y revisando rápidamente la definición de ambas palabras podríamos acordar que la “desconexión” hace referencia a interrumpir el enlace en dos o más cosas y “sideral” refiere a una distancia que se considera extremadamente grande.
En este mismo sentido, hay quienes dicen que Argentina cíclicamente vuelve sobre sus pasos y hace unos días anda circulando una frase que se le atribuye a Jauretche, quien habría expresado que “La clase media argentina es experta en resucitar cada tanto a sus verdugos”.

Calculo que todos tenemos cosas para señalar y expresar sobre este gobierno, pero lejos de tomar partido, únicamente decir que no hay ni buenos ni malos, sino inconexos. Acaso distintos extremos dentro de un mismo sistema.
Pero no están alejados entre sí desde lo ideológico, sino peor aún, avalando un modelo de gestión a las antípodas del anterior pero dentro de un ciclo de izquierdas y derechas en la región y en el país en especial; cometiendo los mismos errores que los antecesores. Nada de sentido tiene hoy suponer innovación pública, sin rendición de cuentas gubernamental, sin transparencia en la gestión, menos aún, participación ciudadana.
Presenciamos un gobierno que repite y ahonda los errores que dice confrontar, invitando a todos a jugar en su lógica menguada. Desmerece un sistema político federal, abandona partidos y representaciones territoriales, rompe credibilidad desconociendo abiertamente el funcionamiento y valor de las instituciones, haciendo crujir una democracia golpeada y cada vez más costosa y “menos vital” de sostener.
Transitando un año convulsionado por las elecciones de medio término, sorprende que por momentos la estrategia electoral y la construcción de candidaturas (de propios y ajenos) parecieran olas que rompen y van decreciendo en una marea que se retrae. Poco, cuando no nada, pareciera importarle el sistema, a los candidatos. Es que sí, históricamente bastó con sesgados acuerdos de superestructura, no aparece indicio de autocrítica en el proceso, sino que vuelven a arremeter una y otra vez sin leer el nivel del mar y el acompañamiento del clamor popular.
Si el arte está llamado a jugar un papel en la vanguardia de los tiempos, es momento de que encuentre su mejor expresión y condense esta mezcla de desesperanza comunitaria, incerteza cotidiana, odio ambulante y federalismo trunco bicentenario.
Para todo lo demás, en octubre habrá chances de alguna expresión más o menos popular…
Federico Vasches – Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro