El oro volvió a ocupar el centro de la escena financiera mundial al alcanzar niveles nunca vistos, con una suba que lo llevó por primera vez a superar los 4 mil dólares por onza. La cotización del metal se disparó en un contexto de tensiones políticas en Estados Unidos, Francia y Japón, mientras los mercados globales buscan estabilidad ante la inminencia de una baja de tasas por parte de la Reserva Federal norteamericana.
El debilitamiento del dólar y la caída de los rendimientos de la deuda estadounidense impulsaron la demanda de activos considerados refugio. Según Goldman Sachs, el repunte del oro se explica también por una fuerte demanda de bancos centrales e inversores institucionales, y la entidad proyecta un precio de corto plazo cercano a los USD 4.900 la onza. En lo que va de 2025, el metal acumula una suba del 53%, y desde la pandemia de 2020, un aumento del 112%, cifras que no se veían desde 1970.
Balanz Capital advirtió que el “shutdown” del gobierno norteamericano y los datos negativos del empleo incrementaron la percepción de fragilidad de la economía estadounidense, al tiempo que el mercado anticipa nuevos recortes de tasas antes de fin de año. En paralelo, las amenazas del presidente Donald Trump de aplicar ajustes y despidos en el sector público profundizan la incertidumbre y alimentan el atractivo del oro como refugio.
¿Un punto de inflexión histórico?, opina Guillermo Urdinez
Sin embargo, más allá de los movimientos de precios, Urdinez advierte que el fenómeno representa un punto de inflexión histórico: “No es simplemente la noticia de un activo que sube. Es la noticia geopolítica más importante del año: un verdadero 11 de septiembre sobre la economía americana”, sostiene. Según su análisis, el flujo global de dinero, que tradicionalmente se dirigía hacia la deuda estadounidense, está cambiando de rumbo. “Si nadie financia esa deuda, Estados Unidos deberá recurrir a la emisión o a un ajuste agresivo, con consecuencias catastróficas para las finanzas occidentales”.
Urdinez interpreta esta escalada como parte de una acción coordinada de los bancos centrales asiáticos para fortalecer sus reservas en oro y debilitar la hegemonía del dólar. “Es una maniobra de asfixia financiera hacia los Estados Unidos y un signo del avance del nuevo orden mundial encabezado por los BRICS. Milei se respalda en un imperio en decadencia, no en el que emerge”, concluye.