«Me gusta hacer este ejercicio», dice Dolores Fonzi, quien encarna a la abogada Soledad
Deza en la película Belén. «Imaginen que un día una familiar va al hospital por un dolor de
panza y termina presa».
La primera escena es esta: una joven llega al Hospital Avellaneda, en Tucumán, con dolor
abdominal. Solo comió milanesas y una ensalada de frutas. Pide ir al baño, tarda 15
minutos, se escuchan sus gritos. Una enfermera la busca y vuelve con pérdidas. El doctor
indica que la lleven a cirugía. Mientras «Belén» está siendo sometida a un legrado, policías
ingresan a la fuerza al quirófano. Le muestran un feto,»esto era tu hijo, vas a quedar
detenida», dicen. Acostada en la camilla, ella explica que no tiene hijos. «Llamen a mi
mamá», pide.
Belén es la historia de una mujer tucumana presa por un aborto espontáneo en 2014. Su
historia estremece y la película narra el calvario que padeció. La rapidez con la que el
sistema de salud, el poder policial y judicial juzgan a las mujeres da escalofríos.
Los jueces Dante Ibáñez, Néstor Macoritto y Fabián Fradejas, la condenan a ocho años de
prisión. «Homicidio agravado por el vínculo» escucha ella. Otra mujer vulnerada, torturada y
encerrada, sin derecho a la palabra.
Ví la película el jueves, en la calle, lugar que con tino el sindicato Sitraiupa eligió para pasarla.
La calle, el lugar donde miles de mujeres exigimos #LibertadParaBelén y el mismo en el
que logramos sacar de la clandestinidad al aborto en 2020.

En agosto del 2016, Belén recuperó su libertad. No fue sencillo aunque «la evidencia» de
su inocencia estaba a la vista. Tres actas que no coincidían, un baño al que Belén nunca
puedo haber llegado en 15 minutos y operarios judiciales que, para sorpresa de nadie, solo
se basaron en prejuicios. Una abogada y un equipo que leyó el caso con perspectiva de
género. La palabra de Belén: «yo no sabía que estaba embarazada, yo no maté a nadie, ni
siquiera pude hacer un duelo». La calle, el grito colectivo y la marea verde abrazándola.
Belén es al mismo tiempo la historia de Soledad Deza, la abogada que logró su absolución
y que enfrentó al poder judicial con unos ovarios que solo puede llenarnos de orgullo.
Nosotras nos tenemos a nosotras. Una, dos, cuatro, una marea.
Belén es resistencia y supervivencia. Pasó dos años, cuatro meses y 23 días encerrada por un aborto espontáneo.
Dolores Fonzi actúa y dirige unas de las mejores películas que vi en el último tiempo. Está
basada en el libro de Ana Correa que lleva el nombre “Somos Belén”. Cruda, desgarradora,
sensible y emocionante. Una emoción que solo podemos comprender nosotras con un
orgullo que ensancha el pecho.
«¿A quién defiende la Justicia si no es a personas como Belén?».
Mírenla, por favor.
Por Ani Ríos Lumini.

